Publicación bimensual de AQU Catalunya

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Septiembre 2008

Hay un debate abierto sobre si el cliente de la universidad, es decir, el destinatario del trabajo docente, es el alumno o la sociedad.

Si aceptamos que la universidad presta un servicio esencial a la sociedad —uno de los más esenciales, porque, ¿qué hay más importante para el avance de un país que la formación de sus ciudadanos?—, concluiremos que el cliente de la universidad es la sociedad y que los alumnos son el producto.

En toda actividad (académica, administrativa, política o empresarial) lo más importante es la satisfacción de aquel a quien va dirigido el servicio, el producto; en definitiva, la actividad. Es decir, en sentido amplio lo que cuenta en primer lugar, con la máxima prioridad, es la satisfacción del cliente.

El estudio de inserción laboral de los graduados de las universidades catalanas demuestra que la sociedad recibe bien al alumno que sale de la universidad y que cada vez demanda más titulados en las ofertas de trabajo. Este porcentaje pasa del 75% al 82% de 2005 a 2008.

Esta afirmación se sostiene en datos:

• el 93% trabaja
• la evolución de los que trabajan con contrato fijo aumenta del 53% al 59% de 2005 a 2008
• la satisfacción de los titulados en el trabajo tiene una nota de 8 sobre 10
• el 74% volvería a cursar los mismos estudios

Pero es cierto que hay campos que deben mejorar, ya que los titulados califican con un «bien» la formación teórica recibida y con un «suficiente» la práctica, e identifican las siguientes deficiencias en su formación, por orden de importancia:

• idiomas
• informática
• toma de decisiones
• solución de problemas
• liderazgo

De estas áreas, algunas sí que están relacionadas con la formación práctica (idiomas e informática), pero algunas están profundamente relacionadas con la formación integral del titulado:

• toma de decisiones
• solución de problemas
• liderazgo

Y está formación está relacionada con las asignaturas y materias que podrían cualificarse de genéricas y que representan una formación integral más vinculada al desarrollo de las habilidades y capacidades intelectuales y emocionales de los estudiantes que a su formación específica y especializada.

Las asignaturas genéricas, por lo tanto, son el vehículo para enseñar a pensar, a sintetizar y a analizar, porque son éstas las habilidades necesarias para tomar decisiones, solucionar problemas y dirigir y liderar.

Estas cuestiones son las que deben llevar a las universidades a reorientar sus planes de estudios para enfocarlos a la mejora de las deficiencias identificadas. La profunda transformación que supone Bolonia va en esta dirección, porque el mayor contacto entre alumno y profesor y l disminución del peso de la docencia de las clases magistrales puede llevar a mejorar el nivel intelectual sobre todo, pero también el nivel profesional de nuestros estudiantes.

En cuanto al género, el estudio demuestra que la mujer ya es mayoritaria en la universidad en todas las áreas excepto en la técnica, pero que el nivel retributivo es inferior y la estabilidad laboral también. Es obvio que a nuestra sociedad, que ha avanzado en este campo en los últimos años, todavía le queda camino por recorrer. Sin duda, la reivindicación femenina solventará estas carencias en los próximos años. Sólo con reivindicaciones se resuelven estos problemas.

Convendría que en próximos estudios se consultara también directamente a los agentes sociales, pero en cualquier caso, estos estudios de inserción laboral deben realizarse periódicamente, ya que sólo lo que se mide se conoce, y es necesario que las universidades sepan siempre la reacción y la valoración de su cliente respecto a su actividad.