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Enero 2009

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OPINIÓN

Comentarios sobre los resultados de la encuesta a los doctores de las cohortes 2003 y 2004, en Cataluña

Xavier Massó Pérez - Jefe de la Oficina de Doctorado de la UPC

En elButlletí de septiembre de 2006 se presentaban los resultados de las encuestas realizadas a estudiantes dentro del programa MIRROR, proyecto llevado a cabo conjuntamente en Cataluña, Suecia, Finlandia e Irlanda. Tras algo más de dos años, se nos presentan los resultados de la encuesta realizada en Cataluña a los doctores de las cohortes 2003 y 2004, y que, a grandes rasgos y como no podía ser de otro modo, son coincidentes en algunos aspectos.

El primer elemento coincidente entre los resultados de ambas encuestas es el elevado grado de satisfacción con la actividad de tercer ciclo que se desarrolla en nuestras universidades, y especialmente con nuestro profesorado en la actividad de dirección y supervisión. En contrapartida, en ambos estudios destaca como uno de los aspectos más débiles las asignaturas y su relevancia para la investigación.

Otro de los aspectos coincidentes es la excesiva duración de los estudios de doctorado, aspecto con posteriores repercusiones directas en la carrera académica y en la precariedad laboral en cuanto a estabilización y rendimiento. Este hecho nos lleva a plantearnos, como primera reflexión, si el proceso de aprendizaje en el tercer ciclo debería tener una limitación temporal, independientemente del grado de originalidad de la investigación asociada y de la duración y exigencias de los proyectos de investigación en los que el doctorando está colaborando.

Los resultados también indican la excesiva dependencia de la investigación en nuestro país del sistema público; esto queda lejos, pues, del objetivo tantas veces señalado de reparto de los fondos y el esfuerzo de la investigación entre sectores de dos tercios y un tercio. Probablemente falta tiempo todavía para ver reflejados en las encuestas los resultados de las políticas que, en algunos programas de investigación, se han impulsado en los últimos años para acercar la investigación al mundo empresarial, pero por el momento los resultados parecen mostrar un largo camino por recorrer. La lectura es clara: realizar estudios orientados a la investigación en nuestro país no representa una oportunidad de mejora o de reconocimiento profesional, a excepción del sector de la educación superior, en el que representa una exigencia y, por lo tanto, difícilmente podemos hablar de este ciclo formativo en términos de competitividad en la captación de estudiantes y recursos.

En cuanto a la competitividad de nuestro sistema respecto a otros a la hora de captar estudiantes de tercer ciclo, no se pueden extraer demasiadas conclusiones de los resultados de las encuestas. No obstante, en los últimos años, la indefinición de las Administraciones competentes, en cuanto a modelo, no ha ayudado demasiado a tener un sistema altamente competitivo, en comparación con otros países europeos donde la adaptación de la formación universitaria al EEES ha sido más rápida y, por lo tanto, se ha empezado antes a repensar el modelo de aprendizaje y los recursos destinados a los estudios de doctorado.

Todos estos aspectos deberían ayudarnos a reflexionar sobre el modelo formativo y organizativo de los estudios de doctorado. Podríamos afirmar, por los resultados de las encuestas, que el personal investigador en formación mayoritariamente tiene la sensación de que los contenidos formativos que se pueden adquirir en un modelo tradicional de aprendizaje se han adquirido ya en ciclos formativos previos, a excepción posiblemente de ciertas habilidades y metodologías de investigación muy específicas. En contrapartida, este colectivo tiene la expectativa de que en el doctorado dispondrá de la oportunidad de pasar el tiempo suficiente explorando de manera tutorizada, no excesivamente dirigida, de forma integrada en grupos de investigación activos y con oportunidades de participar en actos académicos que le permitirá un constante intercambio de conocimiento. Y, por último, y no menos importante, espera que los esfuerzos invertidos tengan una contrapartida en cuanto a oportunidades de desarrollo de carrera profesional.

Esto requiere, desde luego, un adecuado sistema de asignación de recursos a la investigación, basado en la confianza en nuestras instituciones, y especialmente en las personas y los grupos que las integran. También requiere, sin embargo, un nuevo modelo organizativo en las universidades en cuanto al doctorado, que ayude a construir, impulsar y visualizar el modelo de doctorado de forma conjunta y que favorezca la internacionalización y la captación de talento, la captación de recursos para becas y el impulso de actuaciones dirigidas a mejorar la tasa de eficiencia de los estudios, la adecuada inserción de los doctores y la organización de actividades académicas innovadoras distintas al modelo tradicional.

Por último, es de agradecer la iniciativa fruto de la colaboración entre AQU Catalunya y los consejos sociales de las universidades. Podríamos lamentar que esta iniciativa, en el caso de los estudios de doctorado, no haya llegado antes. Sin embargo, lo que sí estamos a tiempo de pedir es, por un lado, que esta encuesta no se quede en un ejercicio puntual en el tiempo, sino que se realice un seguimiento periódico que nos permita a las universidades ir introduciendo la cultura de la mejora continua, también en este nivel de estudios; y, por otro, que en próximas ediciones se pueda afinar con preguntas más orientadas a las particularidades de este colectivo, también con respecto a su inserción en el mercado laboral, que es y debe ser distinta en términos de estabilidad, sectores, umbrales de salarios, aplicabilidad de sus conocimientos y, en definitiva, reconocimiento social.

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