Publicación bimensual de AQU Catalunya

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Noviembre 2009

Los pasados 28 y 29 de setiembre de 2009 AQU Catalunya acogió la Asamblea General de ENQA. Este encuentro en Barcelona casi cierra un ciclo de estrategia europea en materia de garantía de la calidad con respecto a las agencias, que se inició, curiosamente, también en Cataluña. En el año 2003, en Sitges, las agencias europeas establecieron las bases sobre cómo evaluar los sistemas que garantizan la calidad de las propias agencias, para crear confianza en su trabajo y al mismo tiempo en el sistema universitario.

Hoy, justo al final del programa de evaluación externa que ha llevado a cabo ENQA desde 2005 para garantizar el buen funcionamiento de las agencias, puede constatarse la bondad de las decisiones tomadas en Sitges. Exceptuando algunas organizaciones pendientes de la evaluación externa, Europa cuenta con una red de agencias que están constituidas y trabajan siguiendo los estándares y directrices para la garantía de la calidad en la enseñanza superior. Es importante subrayar que los procesos de evaluación externa de las agencias no sólo han consolidado la mutua confianza entre las mismas, sino que hoy existe mucha más información sobre los distintos métodos de trabajo con los que éstas operan.

Garantizada la posición y forma de trabajo de las agencias, se abren nuevos retos a escala europea. Entre los diversos temas tratados en la Asamblea General querría destacar dos: las agencias como impulsoras de información pública sobre la calidad de la oferta académica y las agencias como desarrolladoras de nuevos sistemas de evaluación en el entorno del denominado proceso de Bolonia. Entiendo que ambos aspectos están conectados, y acaban confluyendo en varias funciones relevantes, una de las cuales no es otra que la de fomentar la mejora de la información sobre la calidad de la oferta académica en el ámbito europeo. Esta función de promover la transparencia contribuye de forma positiva a la toma de decisiones por parte de los distintos grupos de interés, sean estudiantes, responsables universitarios, gobiernos, empleadores, etc. Ante la presión de varios sectores para disponer de clasificaciones sobre la calidad de la oferta académica, ENQA y las agencias que son miembros de ella tendrán que presentar respuestas inteligentes, que satisfagan las expectativas de los usuarios y eviten los posibles efectos negativos que se desprenden del uso de las clasificaciones en el sector de la enseñanza superior.

Los trabajos que se llevan a cabo en Cataluña entre las universidades y AQU Catalunya, a fin de mejorar significativamente la información pública sobre las titulaciones que se ofrecen, y los resultados que se derivan de su impartición constituyen, en mi opinión, un primer paso en esta dirección. En cualquier caso, estos trabajos forman parte de un proceso más ambicioso que estará facilitado por la implementación de procesos de enseñanza y aprendizaje basados en la definición de objetivos formativos, que deberán ser evaluables durante y al final de los estudios. Pero también por una mayor disposición de los distintos grupos de interés para participar activamente en materia de garantía de la calidad de las enseñanzas. En otras palabras, que estos agentes sean exigentes con la calidad de la información que reciben de las universidades y que, por otra parte, sean inquietos en la formulación de propuestas de mejora que puedan ser consideradas por las universidades.

Por otro lado, la aparición de nuevos modelos formativos derivados de nuevas demandas de formación superior genera la necesidad de nuevos desarrollos metodológicos en el campo de la garantía de la calidad. La consolidación de una oferta de formación que se extiende a lo largo de la vida o la aparición de nuevos programas de formación de tipo transnacional generan nuevos horizontes de trabajo para las agencias. ¿Cuál debe ser la estrategia evaluadora en estos dos casos? La Asamblea de ENQA representa el punto de partida para que las agencias europeas cooperen en estos dos campos. Evidentemente, en el campo de las enseñanzas transnacionales habrá que hacer propuestas técnicamente robustas, factibles y coherentes desde el punto de vista del uso eficiente de recursos.

Asimismo, quisiera mencionar el caso de las enseñanzas virtuales. La transformación que experimentan las tecnologías de la información y la comunicación está impactando de forma considerable en nuestras sociedades. Obviamente, también en el campo de la enseñanza universitaria, donde el acceso al conocimiento y la oportunidad de creación de nuevas comunidades de enseñanza y aprendizaje han mejorado ostensiblemente en los últimos años. Lógicamente, la acelerada transformación de las tecnologías y el cambio previsible en las maneras de enseñar y aprender comportan nuevos conceptos de calidad, que, además, no son estáticos en el tiempo, sino altamente dinámicos.

Aparte de eso, la Asamblea General de ENQA pone de manifiesto la necesidad de seguir avanzando en la implementación e interpretación de los estándares europeos. Con todo, ahora ya se posee una larga experiencia en el uso de los estándares para evaluar a las agencias, lo que se deriva de contar con una correspondencia entre estándares y ejemplos reales. Esto puede verse en el caso de las estructuras directivas de las agencias y el concepto de independencia. De esta interpretación y de la necesidad de seguir mejorando el funcionamiento de las agencias se derivarán las formas de evaluar a las mismas a partir de 2010.

Por último, las agencias de ENQA tendrán que seguir impulsando la implementación de los estándares y su interpretación cuando correspondan a las instituciones de enseñanza superior. Los trabajos de AQU Catalunya con respecto al impulso de los sistemas de garantía de la calidad en las universidades permitirán avanzar en esta dirección. Actualmente, la agencia catalana ya incorpora estos estándares en todas las nuevas metodologías que se crean y aplican en la evaluación de programas e instituciones.