Julio 2012
Actualmente, existe una necesidad por parte de las agencias y de otros sectores próximos (tales como ENQA, EUA o ESU) de valorar la utilidad de una política que consiste en evaluar externamente la calidad de un servicio, la enseñanza superior. Un servicio que es altamente complejo y sofisticado; que la sociedad considera como bien público, pese a que también tenga características de bien privado, y que en Europa es ofrecido por un importante número de universidades públicas.
No obvio a las universidades privadas, simplemente pongo de manifiesto la novedad que supone esta política en el ámbito público. Puede tener detractores —supongo que lo son por la metodología que trae asociada, en ocasiones excesivamente mecanicista—, pero representa una transformación importante en la gestión de lo público. Y me atrevo a afirmar que abre nuevas vías en la evolución de los sistemas democráticos, facilitando el seguimiento de la calidad de las políticas públicas y de los servicios vinculados por parte de los administrados, los usuarios, los contribuyentes.
De hecho, incorpora principios y prácticas muy interesantes, tales como la transparencia en la ejecución y los resultados de las evaluaciones, la participación activa de los distintos grupos de interés en la determinación del concepto de calidad en la enseñanza superior, o la independencia técnica de las agencias, favoreciendo trabajos de evaluación conducidos por equipos de expertos y usuarios, principalmente estudiantes.
Demostrar el impacto del aseguramiento externo de la calidad en la enseñanza superior es altamente complicado, por tres motivos muy claros:
A finales de 2011 ENQA acuerda establecer un grupo de trabajo que reflexione sobre el impacto de los sistemas externos para asegurar la calidad de la enseñanza superior en Europa. El grupo de trabajo se forma rápidamente, superando las expectativas iniciales, con diecinueve agencias europeas, e inicia su actividad en Barcelona.
Si bien el grupo de trabajo sobre impacto empieza con más preguntas que respuestas, es justamente esa riqueza de preguntas la que acabará conformando una construcción racional sobre el impacto de los actuales procesos de aseguramiento de la calidad, y la que será útil para futuros desarrollos de nuevas políticas de evaluación.
Son preguntas iniciales tan directas como:
Podemos continuar con preguntas algo más elaboradas:
Éstas son algunas de las muchas preguntas iniciales del grupo de trabajo y sirven para identificar seis grandes áreas de impacto, que se formulan a través de las siguientes cuestiones:
El trabajo del grupo se ha iniciado con tres actividades |
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Agencias del grupo de trabajo ENQA sobre impacto de la evaluación
externa de la calidad en la enseñanza superior
El sistema de aseguramiento externo de la calidad de la enseñanza universitaria lleva alrededor de quince años de implantación generalizada en varios países europeos, incluyendo Cataluña. Quince años pueden parecer muchos, pero resultan un instante si tenemos en cuenta la larga historia acumulada por las universidades. Por lo tanto, a la hora de medir el impacto, tengamos en cuenta que el sistema aún no ha entrado en una etapa de madurez consistente.