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Marzo 2013

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ARTÍCULOS

La evaluación docente en Cataluña: balance y retos

Esteve Arboix Codina - Jefe del Área de Profesorado e Investigación

Este año celebramos el décimo aniversario de la puesta en marcha del programa de evaluación de la docencia en las universidades catalanas. Es, pues, un buen momento para hacer balance y reconocer la importante tarea llevada a cabo por todos los agentes (vicerrectorados, unidades técnicas, institutos de ciencias de la educación, comisiones de evaluación de las universidades y de AQU Catalunya, etc.).

En este período de tiempo se ha realizado un considerable trabajo: todas las universidades catalanas, tanto las públicas como las privadas, se han dotado de instrumentos de evaluación (manuales) que han sido validados por AQU Catalunya y, en las sucesivas convocatorias anuales de evaluación, se han efectuado más de 10.000 evaluaciones de profesorado. Pese a las reservas que puedan existir, ya no se cuestiona la necesidad de evaluación de la actividad docente.

De hecho, aparte de cumplir con la normativa (LUC, LOMLOU), disponer de metodologías acreditadas de evaluación de la docencia nos permite cumplir con los estándares europeos de calidad. Asimismo, la experiencia catalana ha sido un referente para la puesta en marcha en el ámbito estatal del programa DOCENTIA.

Cuando a finales de los años noventa AQU Catalunya era la cara amable del sistema universitario, básicamente porque realizábamos evaluaciones orientadas a la mejora y no evaluábamos a personas, siempre aparecían muchas propuestas de mejora relacionadas con la docencia (predominio de las clases magistrales, necesidad de reforzar la atención tutorial, etc.), siendo esta una dimensión que teníamos claro que era necesario mejorar.

En el año 2002 el Consejo Interuniversitario de Cataluña aprobó el documento Criterios generales para la evaluación docente del profesorado de las universidades públicas catalanas, a partir del cual AQU Catalunya elaboró la Guía para el diseño y la implantación de un modelo institucional de evaluación docente del profesorado en las universidades públicas catalanas. Posteriormente, en 2003, la agencia catalana hizo público el documento Criterios mínimos para superar la evaluación de los manuales docentes, cuyo objeto era, por un lado, establecer los criterios mínimos necesarios para que las universidades obtuvieran la certificación de los modelos de evaluación docente del profesorado y, por otro, establecer los criterios mínimos para que los profesores pudieran obtener una evaluación positiva de la docencia.

La "zanahoria" del complemento docente autonómico fue la excusa perfecta para poner en marcha un programa innovador, de carácter voluntario, respetuoso con la autonomía universitaria. Así, la evaluación la realiza la propia universidad, pero las "reglas del juego", que son comunes para todas las universidades, las establece AQU Catalunya y el Gobierno, a propuesta del Consejo Social de cada universidad que paga el complemento docente. No obstante, el complemento autonómico también ha sido un factor que a menudo ha distorsionado la orientación de los manuales de evaluación docente, dado que no han priorizado otras finalidades.

Para hacer el balance, sin embargo, la cuestión clave es saber si la docencia en nuestras universidades ha mejorado significativamente gracias al programa de apoyo a la docencia. En el caso de la investigación, contamos con indicadores objetivos que nos permiten afirmar que la universidad catalana ha mejorado en cualquiera de los indicadores objetivos que escojamos (por ejemplo, número de profesores acreditados, sexenios concedidos, artículos indexados, libros, captación de fondos competitivos, etc.). Ahora bien, en el caso de la docencia, medir su impacto es más complejo y demanda la participación de los principales agentes implicados, especialmente profesorado y alumnado. En cualquier caso, haciendo buena aquella frase que dice que "lo que no se evalúa se devalúa", podemos afirmar que disponer de metodologías contrastables de evaluación de la docencia es un paso imprescindible para la mejora docente.

Es cierto que de los resultados de las sucesivas convocatorias se desprende que más del 90% del profesorado evaluado obtiene un resultado favorable. De hecho, la discriminación se produce en el momento de presentarse a la evaluación. Así, existe un significativo porcentaje de profesores que, aun pudiéndose presentar, optan por no hacerlo, lo que pide realizar un profundo análisis sobre las causas. De todos modos, se ha alcanzado el objetivo de que el complemento docente autonómico no fuera universal. Pueden consultarse los datos en http://www.aqu.cat/professorat/merits_docencia/index_es.html.

Podemos plantear los retos desde una triple perspectiva: la mejora de las políticas de profesorado, la mejora del propio programa de evaluación docente y, por último, la integración de los programas.

En primer lugar, los manuales son instrumentos que pueden dar respuesta a otras finalidades más allá de la concesión de un complemento económico, tales como las políticas de acceso, formación, promoción e incentivación del profesorado. En este contexto, también hay que avanzar en el "prestigio" de los tramos docentes. Del mismo modo que los sexenios de investigación han pasado de ser un complemento de productividad a ser un indicador empleado en muchos procesos, los tramos docentes pueden incorporarse en la política universitaria como un indicador más.

La evaluación docenteEn segundo lugar, el programa de apoyo a la docencia puede mejorar, por ejemplo, dando más feedback a las personas evaluadas y reforzando el carácter formativo de la evaluación. A menudo el profesor recibe una carta de una autoridad académica en la que le comunica que su docencia ha sido satisfactoria, pero sin ninguna otra información adicional. También es el momento de incorporar plenamente al alumnado en el seno de las comisiones de evaluación. En este sentido, podemos romper falsos mitos extendidos entre el colectivo de estudiantes, como el de que las encuestas profesor/asignatura no sirven de mucho. Más allá de las encuestas, existen otros mecanismos para obtener el punto de vista del alumnado, como las evaluaciones diferidas o focus group, que pueden incorporarse a los modelos existentes.

En cuanto al profesorado, hay quien considera que la evaluación docente es excesivamente burocrática y que eso de cumplimentar papeles y efectuar un autoinforme es una pérdida de tiempo. Ahora bien, dedicar, una vez cada cinco años, un espacio de tiempo a reflexionar sobre la docencia, ¿no es lo mínimo que se le puede pedir a un profesional de la docencia? En ese sentido, hay que destacar el importante trabajo realizado en el ámbito técnico para hacer lo menos pesada posible esta fase de la evaluación. Las aplicaciones desarrolladas en nuestras universidades han sido "copiadas" por otras universidades del resto del Estado.

Otro aspecto que debemos mejorar es el de la capacidad de discriminación de los manuales. El sistema está maduro para que sea posible distinguir mejor la calidad de la docencia no solo en dos categorías (apto / no apto), sino en más, de modo que sea posible identificar y reconocer, como ya ocurre en algunas universidades, la excelencia en la docencia. Así, también es importante encontrar espacios para compartir buenas prácticas evaluativas.

Por último, el tercer reto es el de la integración de los programas de apoyo a la docencia que promueve AQU Catalunya, tales como los programas AUDIT o DOCENTIA, en el Marco para la verificación, seguimiento, modificación y acreditación de títulos.

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