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Octubre 2017

OPINIÓN

La autoverificación en los estudios universitarios de informática

Pere Brunet Crosa - Presidente del comité de expertos para el referente de Informática y miembro de la Academia Europaea

El año pasado, un grupo de nueve personas recibimos un encargo que era a la vez un reto y una oportunidad: el director de AQU Catalunya nos pidió que preparáramos un documento que permitiera la autoverificación en los estudios universitarios de informática. La idea se enmarcaba en una prueba piloto para ver si era posible convertir la actual fase de verificación de nuevos títulos universitarios en un proceso de autoverificación por parte de los centros proponentes. Eso permitiría aligerar esta fase y concentrar los esfuerzos de AQU Catalunya en las fases de modificación y acreditación. Hay que tener en cuenta que, en 2015, el 93% de las verificaciones fueron consideradas favorables.

Existía la voluntad, por parte de AQU Catalunya, de que el equipo de expertos fuera internacional, y así fue. Nos constituimos, nos pusimos manos a la obra, y lo cierto es que estuvimos trabajando en ello casi todo el año pasado. Lo primero que hicimos fue estudiar y analizar un documento parecido que ya había elaborado la comisión QAA del Reino Unido. Este documento de 2016, Subject Benchmark Statement for Computing, que es la síntesis de varios documentos anteriores de la propia QAA, es claro y corto. Nos gustó y decidimos adoptarlo como documento base de nuestro trabajo.

Fueron muchas las ideas que nos movieron. Quisimos elaborar un documento corto, que pudiera ser útil para quiénes querrán proponer nuevas titulaciones en informática, pero también para los empresarios que pueden estar interesados en contratar a titulados y para aquellos jóvenes que se plantearán qué pueden estudiar. Como en el documento de la QAA, decidimos no hablar de currículo ni de materias (ACM, IEEE), sino de lo que se espera de los graduados. Nos basamos en la idea de que es necesario un buen equilibrio entre los fundamentos teóricos y matemáticos y los elementos tecnológicos que deben permitir diseñar y construir sistemas informáticos, pensando siempre en la centralidad del pensamiento computacional, que implica saber escoger adecuadas representaciones para los problemas y saber de qué manera modelar sus aspectos relevantes para convertirlos en tratables. Pensamos que había que asegurar, más que un determinado porcentaje de alumnos que acaban los estudios, la garantía de su calidad profesional y el logro de un determinado nivel de habilidades por parte de todos ellos. E intentamos transmitir que los problemas que deben resolverse son cada vez más interdisciplinarios, que la disciplina es cambiante y en constante evolución y que, por lo tanto, hay que formar a graduados capaces de adaptarse y con un buen nivel de espíritu crítico. Ya no podemos pensar, pues, en títulos universitarios basados en un cuerpo estable de conocimiento.

A pesar de lo que actualmente podemos ver en las distintas universidades, el equipo llegó al consenso, desde el primer momento, de que sería muy recomendable que los grados universitarios fueran generalistas, con una sólida formación de base y con materias que también implicaran la resolución de proyectos y de problemas reales y complejos. Los másteres, en cambio, podrían ser generalistas o especialistas, con selección inicial de los estudiantes y con objetivos de investigación o de estudio y diseño de sistemas innovadores en entornos reales, multidisciplinarios y cambiantes.

Uno de los principales elementos del nuevo documento es la lista de preguntas de verificación (checklist) que incluye al final. Son 44 preguntas, distribuidas en seis apartados alineados con las dimensiones de verificación, que creemos que los responsables de las nuevas titulaciones deberían hacerse durante el proceso de autoverificación. Es una cuestión que estuvimos analizando con cuidado hasta concluir que, a diferencia de lo que incluyen los documentos de otros países, en nuestro caso una lista de preguntas podía ser de gran ayuda. Estas preguntas tratan aspectos tan diversos como, por ejemplo, si han integrado expertos externos e internacionales en el proceso de elaboración, qué mecanismos han implementado para hacer frente a presiones e influencias del propio profesorado, si han previsto mecanismos de revisión periódica, si el porcentaje de profesores doctores es superior al 50% o no, o qué se ha previsto para garantizar un adecuado nivel en habilidades cognitivas, comunicativas y de trabajo en grupo. Pensamos que son preguntas que podrían conducir a una cierta autorreflexión en temas tales como el entorno, el proceso de elaboración del plan de estudios, los recursos y la calidad del profesorado, las salidas profesionales, el control de calidad y el nivel que es necesario que alcancen los estudiantes titulados.

Tras intensas horas de discusión y un buen número de versiones previas, el documento final que ahora se publica cuenta con el consenso de los nueve expertos que lo hemos trabajado, un equipo que confía en que el trabajo realizado da respuesta al encargo de AQU Catalunya.

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