¿Recordamos el año 1996? En Cataluña había 9 universidades (ahora hay 12), 7 públicas y 2 privadas. No teníamos grados, pero sí diplomaturas, licenciaturas, ingenierías técnicas e ingenierías superiores, y todas cumplían con la estructura de contenidos establecida en el Catálogo de títulos universitarios, que no tenía en cuenta el «ciclo de vida de las titulaciones» (su verificación, su seguimiento, su modificación y su acreditación). ¿El Plan Bolonia? ¡Nada más lejos de nuestro pensamiento! ¿Y qué me decís de los datos para analizar el sistema? Teníamos tan pocos datos que del curso 1995-19961 apenas sabíamos que había más de 171.000 estudiantes matriculados (ahora, 276.000), que impartíamos clases más de 12.000 profesores y profesoras (ahora, más de 23.000) y que la oferta era de 341 enseñanzas (ahora, 1.448). Las titulaciones «no necesitaban» sistemas de garantía interna de la calidad. El profesorado universitario de carrera solo era funcionario, no se evaluaba ni su docencia ni su gestión, y no necesitaba ninguna acreditación previa para presentarse a los procesos de selección.
Y, en medio de aquellos años noventa, nació la Agencia como un organismo independiente, con el reto de impulsar la calidad y la mejora continua del sistema universitario catalán para asegurar el buen uso de los recursos públicos. ¡Cómo nos divertiríamos si tuviéramos una predicción hecha en 1996 por los responsables universitarios sobre la visión de la Agencia o el sistema universitario catalán al cabo de 25 años! ¡Difícilmente ninguno de nosotros lo habría acertado!
Son muchos los factores que influyen en la evolución de una organización, como el contexto político, económico y social, el entorno local e internacional, los cambios normativos, el valor añadido que aporta a la sociedad y la calidad del capital humano. La incertidumbre de lo que pasará está a la orden del día, y gestionar el presente con una cierta coherencia y consistencia para construir el futuro no es ni fácil ni evidente. Quisiera destacar dos factores decisivos para el crecimiento de la Agencia: sus reformas legales y los equipos directivos que la han liderado.
A lo largo de los 25 años de su existencia, AQU Catalunya se ha visto modificada por dos reformas legales. En primer lugar, la de 2003, con la aprobación de la Ley de Universidades de Cataluña, que la reforzó como un elemento del sistema, le dio una mayor seguridad jurídica, amplió su Consejo de Gobierno a las universidades privadas y aumentó sus funciones con la evaluación del profesorado. En segundo lugar, la reforma de 2015, con la Ley 15/2015, de 21 de julio, que le dio más independencia técnica y la consolidó como un instrumento imprescindible del sistema universitario catalán.
En este cuarto de siglo, la Agencia ha tenido tres equipos directivos. Los dos primeros periodos, 1996-2008 y 2008-2013, fueron pilotados respectivamente por la presidencia de Antoni Serra Ramoneda, que contó con una directora y dos directores —Gemma Rauret Dalmau, David Serrat Congost y Javier Bará Temes—, y por la presidencia de Joaquim Prats Cuevas, con la dirección de Josep Anton Ferré Vidal. Desde 2013, durante el periodo de mi presidencia, la dirección es ejercida por Martí Casadesús Fa. Los tres equipos han contado con la colaboración de Joan Bravo Pijoan y Sebastián Rodríguez Espinar, fundamentales en la confección de un sistema de indicadores y de la metodología de evaluación, respectivamente.
Todos los que hemos liderado la Agencia hemos tenido en común nuestro compromiso con la calidad y la mejora continua, y la voluntad de hacer de AQU Catalunya un instrumento útil al servicio del sistema universitario catalán.
Este año cumplimos 25 años y quizás por la pandemia no podremos celebrar nuestro aniversario como quisiéramos, pero iremos realizando actuaciones conmemorativas, porque 25 años son una magnífica oportunidad para dar a conocer mejor las actividades que desarrolla AQU Catalunya y, sobre todo, para hacer un merecido homenaje a todas las personas que han colaborado o colaboran con la Agencia.
Iniciamos las actuaciones conmemorativas cambiando nuestra imagen corporativa. Después de 18 años con el logotipo actual, era el momento de renovarlo bajo dos premisas que representan su esencia: mantener el legado bajo las siglas de AQU Cataluña y reflejar nuestros valores.
No quería desaprovechar esta oportunidad para mencionar que con este boletín llegamos al número 100, lo que es también un hito que hay que celebrar. En septiembre de 1999 se publicó el primer número, en el que se hablaba de la orientación hacia la calidad de las evaluaciones de AQU Catalunya, del modelo holandés en el que nos inspirábamos, de la importancia de la rendición de cuentas de las universidades hacia la sociedad, de la publicación del primer informe de AQU Catalunya sobre la calidad del sistema universitario catalán —basado en las evaluaciones realizadas en 1996 y 1997—, de las iniciativas del Consejo de Europa para garantizar la calidad de la enseñanza superior, y de las herramientas de calidad que se desarrollaban para crear un corpus en materia de evaluación.
Quiero finalizar este editorial, como lo he hecho en otras ocasiones, agradeciendo a las personas que han liderado y lideran las universidades catalanas, a la Secretaría de Universidades e Investigación y a los diferentes departamentos de la Generalitat de Cataluña por su apoyo al trabajo realizado por la Agencia. Asimismo, quiero agradecer a todos los académicos y profesionales, al estudiantado y al personal de AQU Catalunya por estos 25 años. Vuestro esfuerzo y vuestro compromiso han sido determinantes para construir una Agencia que solo pretende trabajar con la máxima calidad para dar respuesta a las necesidades del sistema universitario catalán.
¡Felicidades!