Una primera conclusión, que no ha variado respecto a las encuestas precedentes, es que los estudiantes dedican bastante tiempo a los estudios: ellos cuantifican esta dedicación con una media de 35 horas semanales. Además, esta tercera edición ha confirmado que una gran mayoría de estudiantes han continuado con un elevado grado de asistencia a clase. Concretamente, el 68 % de los estudiantes de grado han manifestado asistir a más del 75 % de las clases. Y, como ocurría en la edición anterior, el principal motivo declarado para no asistir es la insatisfacción con la forma de impartirlas.
Esto es coherente con el hecho de que más de la mitad de los estudiantes declaran una dedicación exclusiva al estudio, de modo que solo el 26 % de los estudiantes de grado compaginan de forma continuada trabajo con estudios. Estos datos varían mucho en función de la edad, la clase social o el tipo de estudios. Y contrastan fuertemente con lo que ocurre en otros países. Esta dedicación exclusiva es posible porque una proporción importante de los estudiantes sigue viviendo con sus padres. Este es un aspecto muy relacionado con la dimensión económica, ya que la encuesta confirma que el principal apoyo para la financiación de los estudios universitarios son las economías familiares.
Por lo que respecta a la percepción sobre las metodologías docentes y de evaluación aplicadas en las diferentes asignaturas, la encuesta detecta cambios importantes. Así, en comparación con la edición anterior (2018), la presencia de metodologías activas se ha incrementado en más de 5 puntos, y en casi 7 puntos la presencia de metodologías innovadoras, en detrimento de las tradicionales.
Por tanto, parece que la pandemia ha ayudado a impulsar una cierta renovación metodológica, que probablemente tenga más que ver con el uso de tecnología que con la incorporación de prácticas docentes innovadoras.
En relación con la diversidad de actividades docentes, se mantiene la preferencia por las actividades individuales, sobre todo por las que tienen un componente activo y experiencial más alto. Pero la valoración que los estudiantes hacen de la gran mayoría de las actividades es sensiblemente inferior a la de la encuesta anterior. Además, aunque los estudiantes valoran positivamente el trabajo individual, se detecta que la falta de interacción y comunicación presencial fruto de la pandemia ha dejado huella. La conclusión es que los estudiantes quieren trabajar solos, pero estar acompañados tanto del profesorado como de otros estudiantes.
Cuando se pregunta sobre las diferentes actividades de evaluación, también se detecta esta peor valoración, si bien existe una mayor homogeneidad en las respuestas que en las actividades formativas. En todo caso, las actividades de evaluación peor valoradas siguen siendo los exámenes. En cambio, lo que mejor valoran los estudiantes son los trabajos individuales y la evaluación continua.
En síntesis, los estudiantes han percibido un impacto negativo en el aprendizaje a causa de la pandemia. Pero los datos muestran, por lo general, un impacto moderado en las valoraciones. Por tanto, parece confirmarse que la enseñanza a distancia ha funcionado como solución de emergencia en momentos de privación de la interacción social.