Publicación bimestral de AQU Catalunya

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Mayo 2010

Bajo el pretexto de incentivar la participación de los estudiantes, acaba de crearse la Comisión de Estudiantes de AQU Catalunya. Y estoy orgulloso de ello, y estoy contrariado. De hecho, me veo obligado a hablar de pretexto porque cada día cuestiono un poco más que realmente exista una participación estudiantil. En este sentido, la psicóloga Ariadna Salva Aige desarrolla, en el marco del Consejo de Estudiantes de la Universitat Ramon Llull, un loable proyecto para determinar cuáles son las causas por las que los estudiantes no se involucran en los órganos de representación. Y su pregunta inicial debe ser nuestro punto de partida: ¿aprecian los estudiantes la participación como un valor de su aprendizaje?

Desde hace algunos años, se estudia, casi como un autómata, para obtener una titulación que abra las puertas al mercado laboral. Ni más, ni menos. La universidad ha perdido un papel de interacción social fundamental, en detrimento de miles de redes virtuales que se prostituyen a cualquier postor. La interacción existe desde casa y los campus deben ofrecer otro tipo de respuesta para un alud de nuevas preguntas. La época de las entidades supranacionales está con la soga al cuello, mientras que el localismo británico vuelve a triunfar. Se quieren resultados visibles y pragmáticos para exigir credulidad y confianza. Y esto se debe a la mala gestión social y política que, desde hace algunos años, invade nuestro país. Recuerdo que en una de las reuniones de la Comisión de Estudiantes del Consejo Interuniversitario de Cataluña, que reúne a los representantes estudiantiles de todas las universidades catalanas, un representante recriminaba al presidente su inactividad institucional. Alegaba que hacía tiempo que quería cambiar las cosas y que, a raíz de ello, lo habían animado a participar más activamente en órganos de representación. El actual balance era que formaba parte de más de ocho comisiones y nadie lo había escuchado aún. ¿Cómo queremos pretender que se involucren miles de estudiantes de este país si ni tan siquiera sus representantes depositan confianza en la burocracia en la que se ahoga el Gobierno?

Dejemos de llevarnos las manos a la cabeza y trabajemos con esas mismas manos para devolver la confianza y la esperanza a la comunidad universitaria. Eso es lo que me alienta a participar muy activamente en esta nueva Comisión de Estudiantes de AQU Catalunya. Porque creo, con la mano en el corazón, que sólo con nuestra coherencia y consecuencia podemos ayudar a recordar palabras como responsabilidad, obligación, etc. Porque tenemos que desterrar de una vez por todas el miedo a la coherencia que debería ser el símbolo de esta sociedad. Desenterremos los valores y aceptemos que sólo ante ellos debemos rendir cuentas; nadie más deberá juzgarnos. Bajo el pretexto de incentivar la participación de los estudiantes, acaba de crearse la Comisión de Estudiantes de AQU Catalunya. Y estoy orgulloso de ello, y estoy contrariado.