Julio 2012
El pasado martes 29 de mayo tuve la ocasión de participar en la ronda de entrevistas programada por el comité de evaluación externo de ENQA, en el marco del proceso de evaluación internacional de AQU Catalunya. En tanto que miembro de la Comisión de Estudiantes y colaborador del programa AUDIT 2010, se me brindó la oportunidad de poder aclarar cuál es la implicación de los estudiantes en el seno de la agencia catalana.
A decir verdad, cuando el señor Josep Anton Ferré nos informó, en la sesión preestival de la Comisión de Estudiantes, de que AQU Catalunya iba a ser evaluada y que el comité evaluador también quería reunirse con nosotros, me sentí coautor y responsable. No en vano los estudiantes estamos tan implicados en los proyectos de la agencia que, en parte, se priorizan determinadas actuaciones fruto de nuestros consejos, lo que no puede dejar de ser parcialmente también nuestra responsabilidad.
Que AQU Catalunya fuese a ser evaluada implicaba una tensión conceptual no resuelta. Por un lado, la muletilla de cualquier reivindicación estudiantil de nuestros días "¿quién controla al evaluador?" se desmoronaba al estilo de un castillo de naipes. Por otro, por primera vez para algunos de nosotros se materializaba una palabreja que en tiempos de crisis empieza a asomar en algunas facultades de nuestro país: accountability.
Y es que, mientras que los estudiantes estamos acostumbrados a rendir cuentas de nuestros réditos universitarios (ante nuestros padres, las eventuales empresas que nos contratarán en prácticas, los programas de becas, etc.), la mayoría de las facultades no están habituadas a la transparencia. Así, invadido de curiosidad, pasé los días previos a la entrevista repasando y recordando mi experiencia en la agencia.
Fue una búsqueda fácil y placentera. En los dos años de vida de la Comisión de Estudiantes se han realizado proyectos concretos con resultados inmediatos, desde un seminario sobre la representación estudiantil en las universidades de nuestro entorno hasta la participación en programas de calidad y verificación de títulos universitarios. Es más, el último e-mail que tengo de AQU Catalunya en mi bandeja de entrada es un ejemplar del informe de autogestión elaborado para el comité evaluador en el que se solicita nuestra colaboración para informar de posibles mejoras.
En este sentido, colaborar con el comité evaluador fue una liturgia en la que se respiraba tranquilidad y convicción. Si algo podíamos asegurar es que el famoso accountability, lejos de convertirse en una obligación o imposición para la agencia, se visiona como una oportunidad de mejora capaz de retroalimentar su funcionamiento. Por lo demás, las preguntas fueron varias y diversas, todas ellas en torno al papel del estudiante en el seno de la institución.
Ciertamente, también hubo ocasión de hacer autocrítica y aceptar el eventual inconveniente de que la mayoría de las actuaciones se realicen bajo la premisa de la buena fe de las universidades, lo que en diversas ocasiones me ha hecho sentir más bien un casco azul de las Naciones Unidas.
En cualquier caso, creo que el comité de evaluación se llevó de la entrevista una imagen suficientemente nítida de cuál es el papel de los estudiantes en AQU Catalunya. Y es que, si bien restan progresos por realizar, integrar el potencial de los estudiantes es un excelente inicio para diseñar un buen mañana.