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Enero 2016

OPINIÓN

Habíamos venido a la universidad para aprender

Lluís Forcadell Díez - Coordinador del CEUCAT (Consejo del Estudiantado de las Universidades Catalanas) y miembro del Consejo de Gobierno de AQU Catalunya

OpinióFacultad de Geografía e Historia, Universitat de Barcelona. Lunes, 8.30 de la mañana. Café antes de entrar en la biblioteca. Enero es el mes de los exámenes traidores, aquellos que te pillan todavía con los turrones en una mano y la copita de cava en la otra. Enero es un mes que no le gusta a nadie.

Resoplo mientras bebo el último sorbo del café y me dispongo a entrar en la biblioteca, cuando leo una pancarta de la Asamblea de la Facultad que dice, en letras mayúsculas, muy grandes y de color rojo: "Aprobar no es aprender". Es leerla y sonreír. ¿Cuántas veces debo de haber tenido con los compañeros y compañeras de clase aquel debate de "no sé para qué estudio tanto, si una semana después del examen lo habré olvidado todo"? ¿Cuántas veces debo de haber escuchado a los egresados decir "esto no te servirá de nada cuando empieces a trabajar"? Es indiferente el grado o máster que curses, la sensación aquella de que "en la universidad no se aprende" es común entre todo el estudiantado, aunque es cierto que hay ámbitos del conocimiento donde está más extendida.

Por suerte, el hecho de que los estudiantes podamos participar en los procesos de calidad nos da una magnífica oportunidad: tenemos la ocasión de dejar el sistema universitario un poquito mejor de lo que lo hemos encontrado. Siempre desde el compromiso, siempre desde el pequeño cambio, gracias a los procesos de calidad vamos construyendo unas enseñanzas distintas. El punto de vista del alumnado es imprescindible para tener un sistema universitario de excelencia, moderno y comprometido con la sociedad. La participación de los estudiantes permite avanzar hacia unas enseñanzas más adecuadas a su interés, más cercanas y participativas, donde se tengan presentes todas sus inquietudes.

Los procesos de acreditación son un magnífico ejemplo: la diferencia y el valor del proceso son muy distintos en función de si el estudiantado se ha implicado o no. Aquellos centros que creen en la participación de quienes mejor conocen la enseñanza son los centros que más mejoras pueden introducir en sus enseñanzas. Seguramente tendrán modelos de aprendizaje centrados en el estudiante y modelos de enseñanza basados en el conocimiento que tenemos de la dimensión social de la universidad: diversos y enriquecedores, críticos y reflexivos.

Y si el hecho de que el alumnado participe en el análisis de las enseñanzas ayuda a mejorar su calidad, es indudable que su implicación en el gobierno de AQU Catalunya también hará que esta mejore. Es por eso que estamos convencidos de que con la nueva Ley de la Agencia, que incorpora a estudiantes en los órganos de gobierno, la agencia catalana avanzará y mejorará. El hecho de que nuestro paso por los órganos de gobierno acostumbre a ser breve hace que los estudiantes seamos siempre aire fresco, ideas nuevas y propuestas originales, pero con un denominador común: para nosotros participar en la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Cataluña es querer mejorar el sistema universitario catalán. Puede parecer una obviedad, pero no lo es. Desde el punto de vista del alumnado, un sistema universitario de calidad tiene que garantizar, por ejemplo, que ningún estudiante queda fuera de la universidad por razones económicas o sociales; así que trabajamos para que AQU Catalunya incorpore indicadores que también evalúen aspectos sociales de la universidad. Un punto de vista distinto que hay que tener presente para avanzar y mejorar.

A veces, somos plenamente conscientes de ello, es complicado que los estudiantes pasen de la protesta a la propuesta. Identificar problemas y carencias es más sencillo que encontrar mejoras y soluciones. Ahí es donde tiene que entrar el compromiso de la agencia catalana con el estudiantado. Es necesario que esta brinde al colectivo de estudiantes la oportunidad de formarse bien en calidad, y ponga todos los medios que estén a su alcance para lograr ese objetivo. Un curso de iniciación a la calidad está muy bien para tener unos conceptos generales y transversales sobre qué es la calidad y los procesos de garantía de la calidad, ¡pero hace falta mucho más! Hay que tener a estudiantes formados para que se impliquen en los procesos internos de calidad, que tengan suficiente formación como para realizar propuestas de mejora a partir de los resultados del informe de AQU Catalunya. Es imprescindible dar un paso más allá en el proceso de empoderar a los estudiantes: es necesario que conozcan experiencias de otros métodos y sistemas, es necesario que puedan llegar a ser expertos.

Nos gusta decir que el trabajo de AQU Catalunya es un trabajo de valor añadido. Que alguien externo e imparcial identifique las carencias es muy importante para mejorar. De hecho, ninguno de nosotros ha venido a la universidad a aprobar, sino que el objetivo fue, es y será aprender. ¿Y qué es el proceso de aprendizaje sino el camino de enmendar los errores y pulir las virtudes? ¿Qué es, pues, sino un proceso hacia la calidad?

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