Internacionalización y calidad
Las alianzas nos han puesto sobre la mesa la oportunidad de dar otra mirada a la internacionalización e incorporarla más explícitamente al aseguramiento de la calidad de toda la actividad universitaria.
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Publicación trimestral de AQU Catalunya
Las alianzas nos han puesto sobre la mesa la oportunidad de dar otra mirada a la internacionalización e incorporarla más explícitamente al aseguramiento de la calidad de toda la actividad universitaria.
El nivel de internacionalización de la universidad catalana es elevado en el contexto español: tiene los mejores indicadores en movilidad entrante y saliente, en número total de estudiantes extranjeros, con el 22 % del total de España (excluidos los de movilidad); en profesorado extranjero (un 6 % del personal docente investigador, es decir, el doble de la media española); en captación de recursos europeos y del resto del mundo, y en presencia o posicionamiento en rankings globales. Sin embargo, este nivel de internacionalización es todavía mejorable si se compara con el de los países de Europa occidental o, simplemente, con la media de la Unión Europea.
El párrafo anterior implica una concepción muy cuantitativa de la internacionalización; de hecho, los indicadores mencionados (y otros) son muy útiles para ofrecer una imagen de cómo la actividad de una universidad se extiende más allá de su localización y de su país. ¿Pero verdaderamente refleja el nivel de internacionalización? La respuesta, evidentemente, depende de lo que entendamos por internacionalización.
El último European Quality Assurance Forum (EQAF), que tuvo lugar en Aveiro el pasado mes de noviembre, llevaba por título Internationalisation in a changing world. New trends and challenges for QA y, como es natural, el concepto de internacionalización fue objeto de debate. Personalmente, me pareció acertada la definición que propuso Hans de Wit, director del Center for International Higher Education del Boston College, según el cual —la traducción es mía— “la internacionalización de la educación superior se define como el proceso intencionado de integrar una dimensión internacional, intercultural o global en el propósito, las funciones y la oferta de la educación postsecundaria para mejorar la calidad de la educación y la investigación para todos los estudiantes y el personal, y para aportar una contribución significativa a la sociedad”.
En definitiva, la internacionalización no constituye un objetivo en sí misma, sino un medio, necesario, para lograr una educación superior y una investigación de mayor calidad, en beneficio de nuestra sociedad, y los indicadores citados, como muchos otros, sirven efectivamente para conseguir una cierta medida, limitada, pero útil del nivel de internacionalización.
Uno de los temas estrella del foro fue el de las alianzas de universidades europeas, en las que las universidades catalanas tienen una fuerte presencia e implicación. Operativamente, representan un estrés considerable para las universidades, sobre todo si se es responsable de su coordinación, y ponen a prueba la letra pequeña de los acuerdos internacionales sobre reconocimiento mutuo, especialmente en el ámbito del aseguramiento de la calidad. El European Approach for Quality Assurance of Joint Programmes debe verse consolidado en estos procesos (AQU Catalunya ya tiene protagonismo, mediante su colaboración con las alianzas que implican a universidades catalanas) y, finalmente, deberíamos llegar a ver sistemas de aseguramiento de la calidad más basados en la confianza entre instituciones acreditadas, en todos los ámbitos. Las excepciones en las normativas estatales que hay que arbitrar en los considerados, de momento, casos piloto deberían convertirse en la nueva normalidad.
En cualquier caso, las experiencias que se están llevando a cabo son extremadamente interesantes y pueden ser también —esperémoslo— muy positivas. De momento, lleva a pensar en el fondo de la cuestión: ¿una alianza de universidades europeas es una experiencia “internacional” o debería tener —o empieza ya a tener— componentes “regionales o locales” en el sentido de identificarse con el carácter europeo que la forma? Es decir, ¿llegaremos a hablar seriamente de verdaderas instituciones de educación superior europeas que se proyectan al mundo como tales?
Más centrados en la cuestión del aseguramiento de la calidad —si nos atrae la definición de internacionalización que propone De Wit y nos creemos que la internacionalización es necesaria para una actividad universitaria, docente e investigadora de mayor calidad—, existe una especie de paradoja en las estructuras universitarias y en las políticas de calidad. Por un lado, si echamos un vistazo a los Criterios y directrices para el aseguramiento de la calidad en el espacio europeo de educación superior (ESG), que representan el marco común europeo para el aseguramiento de la calidad, vemos que se hace una referencia muy marginal a la internacionalización. Seguro que este deberá ser uno de los ejes de la próxima revisión de los ESG. Por otra parte, hasta la aparición de las alianzas europeas, no ha habido experiencias de trabajo conjunto o coordinado entre las unidades de aseguramiento de la calidad y las de internacionalización de las universidades.
Así pues, las alianzas han puesto sobre la mesa la oportunidad de ver la internacionalización desde otra perspectiva e incorporarla más explícitamente en el aseguramiento de la calidad de toda la actividad universitaria. Seguramente, también será necesario tenerlo en cuenta en una próxima revisión de los criterios de acreditación institucional.
Un dicho muy catalán dice “que el llegir no ens faci perdre l’escriure” (que el leer no nos haga perder el escribir) y, efectivamente, tenemos muchas cosas que “escribir” este año 2024 en el ámbito común de responsabilidades de las universidades, de la Administración y de AQU Catalunya: nuevas acreditaciones de profesorado, la revisión del marco VSMA (verificación, seguimiento, modificación y acreditación), la revisión de la acreditación institucional y la puesta en marcha de la evaluación de unidades de investigación en el marco del Plan Estratégico Universitario en Investigación de Excelencia. Pero es necesario desarrollar y mantener una visión a largo plazo y, por eso, hay que “leer” además de “escribir”, y el papel de la internacionalización en el aseguramiento de la calidad forma parte de esa visión común necesaria del sistema universitario catalán.