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Enero 2010

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EDITORIAL

Bolonia 2010. Y después, ¿qué?

Josep Anton Ferré Vidal - Director de AQU Catalunya

Desde la aprobación de la Ley de Universidades de Catalunya (2003), el sistema universitario catalán se ha visto inmerso de lleno en el proceso de adaptación al Espacio europeo de educación superior (EEES). Ahora que ya está acabando la transición, podemos afirmar que la transformación de las titulaciones en el EEES ha estado marcada básicamente por tres anomalías.

La primera es que se ha pretendido aprovechar este impulso para abordar otras reformas docentes que, si bien pueden ser más o menos acertadas o convenientes, no son exactamente parte de lo que hemos denominado proceso de Bolonia. Otros países que no están en Europa las han llevado a cabo, y algunos de los que geográficamente están no las han introducido. No es que no debiéramos aplicar estas reformas docentes y metodológicas, sino que se nos vino encima demasiado trabajo. Voy a glosarlo con una experiencia personal: teníamos que cambiar una vieja bañera y, ya que estábamos, aprovechamos para cambiar las baldosas que no nos gustaban… ¡y ya llevamos tres semanas con los albañiles en casa!

La segunda anomalía, que también describo con una analogía del sector de la construcción, es que se nos invitó a empezar la casa por el tejado, es decir, a programar los primeros títulos de máster antes que los de grado. El caos vivido se ha superado con mayor o menor éxito, en función de la habilidad de los responsables de las titulaciones a la hora de afrontar el reto. Sin embargo, hay que reconocer que, en general, se ha realizado un buen trabajo en el diseño de las nuevas titulaciones, si bien habrá que esperar a que el flujo natural de los nuevos graduados hacia los másteres nos muestre cuál será el mapa final de aquellos que tengan la suficiente capacidad de atracción para mantenerse en el catálogo de la oferta de las universidades.

La tercera anomalía, que todavía persiste, es el Decreto 1393/2007, de ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, que limitó las atribuciones de la agencia catalana en la fase de verificación de títulos. Aunque creo que la fase más importante en el aseguramiento de la calidad de los títulos es el seguimiento del proceso, resulta extraño, y añade complejidad a la trazabilidad y el seguimiento de los títulos, que una agencia como AQU Catalunya, no tan solo reconocida internacionalmente, sino que había asumido la verificación de títulos anteriormente con mucho acierto, no pueda desarrollar esta competencia con la normalidad que sería deseable. Esperamos que esta disfunción quede resuelta lo antes posible.

¿Y ahora qué hacemos? AQU Catalunya está trabajando en la revisión del Plan de Actividades 2010 para centrarlo en seis ejes: la garantía de la calidad docente, la garantía de la calidad del profesorado, la proactividad en la generación de conocimiento en el ámbito de la calidad de las universidades, la internacionalización, el refuerzo de la dirección estratégica de los procesos de calidad y la adecuación de su organización interna para servir mejor a estos objetivos. La Agencia tiene la misión de adelantarse a los nuevos escenarios que se están planteando y de asumir un papel dinamizador en todo lo que vaya dirigido a la mejora del sistema universitario catalán. AQU Catalunya debe ser aún más una agencia útil, que dé respuesta a las necesidades del entorno, y a su vez debe ser internacionalmente relevante. La formación, la investigación y la innovación son motores de crecimiento de un país. Y en tiempo de crisis son todavía más necesarios. La Agencia está, y estará, al lado de las instituciones de educación superior para promover la calidad del sistema universitario catalán.

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