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Septiembre 2014

EDITORIAL

No importa la duración, importa la calidad

Martí Casadesús Fa - Director de AQU Catalunya

A pesar de que hace bastantes años que se habla de ello, seguramente desde el mismo día en el que se aprobó el actual real decreto de la nueva estructura de las titulaciones universitarias oficiales, ahora parece que va en serio. El Ministerio ya ha puesto sobre la mesa una propuesta de modificación de la duración de los grados, para pasar de los 240 ECTS actuales a 180 o, mejor dicho, a cualquier valor entre 180 y 240 ECTS.

No me toca a mí opinar sobre la conveniencia y oportunidad de ese cambio, pero sin duda todo aquello que nos alinee más con Europa tendría que ser mejor que lo que nos aleje de ella. Es cierto, sin embargo, que un cambio de esta envergadura comportará muchas trabas y trabajo adicional; por ejemplo, la más que previsible posterior modificación de muchos de los másteres, a día de hoy programados mayoritariamente a 60 ECTS. Pero también hay que ser conscientes del momento.

Ahora bien, no debe esconderse la dificultad y el desgaste de implementar un cambio sustancial en un entorno claramente no consolidado: con estudios celebrando la titulación de las primeras promociones y con AQU Catalunya apenas empezando la acreditación de titulaciones, lo que tendría que ser el último paso del marco VSMA. En cualquier caso, el buen entendimiento entre universidades y la agencia catalana debe permitir que, en cualquier circunstancia o cambio como a los que nos hemos acostumbrado en los últimos años, pueda seguir asegurándose la calidad de los títulos y su impartición con la máxima eficiencia.

Si finalmente se acaba aprobando un cambio de este tipo, más allá de que exista o no el acuerdo de las universidades, de que se introduzca o no una cierta flexibilidad temporal, o de que se incluyan o no requerimientos y limitaciones según los estudios, AQU Catalunya tiene que estar preparada para facilitar la adaptación de los actuales procesos de aseguramiento de la calidad a todos aquellos títulos que en estos momentos ya se están impartiendo en otro formato.

Evidentemente, los procesos de aseguramiento de la calidad deben seguir teniendo en cuenta los intereses generales de la sociedad, a pesar de que la coyuntura sea cambiante. Así, como principio general, lo único que tiene que hacer el proceso de verificación es asegurar que un futuro estudio será consistente y viable y que alcanzará las expectativas de los estudiantes y del resto de los agentes interesados.

Del mismo modo que los planos de una casa que tiene que construirse deben garantizar que, además de mantenerse firme, habrá lo mínimo necesario para poder vivir en ella confortablemente, en los programas esto podría resumirse en tres aspectos fundamentales: que el título universitario sea consistente, que se despliegue mediante unas competencias y un plan de estudios de calidad, y que el centro que lo imparte demuestre capacidad de obtener los recursos humanos y financieros suficientes para implantarlo.

En este entorno, parece lógico que la reducción de la duración de un título ya existente debería implicar un proceso de verificación más reducido que el actual, ya simplificado, dicho sea de paso, durante el último año. Si estábamos preparados para construir una casa de trescientos metros cuadrados, también lo estaremos para hacer una de doscientos. Efectivamente, pero siempre y cuando mantengamos una consistencia en la distribución de las habitaciones de la casa, es decir, que no nos quedemos sin cocina, por ejemplo. Así pues, por lo que eventualmente pueda producirse, AQU Catalunya ya está preparando un proceso de verificación para estos casos, centrándose fundamentalmente en el alcance del plan de estudios resultante y, sobre todo, asegurando la calidad del título.

Sin embargo, esto no quita para que, de cara a la sociedad en general, modificar la duración de un determinado título pueda parecer inconsistente. Y más aún si tenemos presente que podría darse el caso de que un mismo título, que ha dado y seguirá dando lugar a unas atribuciones profesionales muy concretas, podría pasar en los últimos cinco cursos de impartirse en tres años a hacerlo en cuatro y, a partir de ahora, por ejemplo, en tres y medio. Parece difícil de entender, pero también es verdad que en Europa hay múltiples ejemplos de un mismo título con una duración distinta según la universidad donde se imparte dentro de un mismo estado.

Sin ninguna duda, la función de AQU Catalunya es la de asegurar la calidad del título, independientemente de su duración. Ya estamos trabajando en ello y estaremos listos por si fuera necesario hacer frente a ese reto.
 

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