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Julio 2018

EDITORIAL

¿Volvemos a acreditar los títulos ya acreditados?

Martí Casadesús Fa - Director

El Real Decreto 1393/2007 nos marca que los títulos de grado tienen que acreditarse cada seis años y los de máster cada cuatro. A pesar de que es muy discutible esta diferenciación por años en función únicamente del tipo de título y no de los resultados obtenidos en la anterior evaluación, parece ser que este es un buen modelo. Un modelo que cíclicamente evalúa, mediante una visita de expertos externos, cada uno de los títulos que se ofrecen en el Estado.

No volveré a hablar de las bondades de una adecuada acreditación institucional −que ya he comentado en otros artículos previos y en todos los foros donde he podido−, que permita evaluar los centros docentes de forma periódica, y no los títulos, que permita centrar los esfuerzos en los aproximadamente 150 centros docentes existentes en Cataluña, en lugar de en los 1.500 títulos entre grados, másteres y doctorados. La diferencia solamente es de un cero, pero es abismal. La cantidad de recursos económicos y humanos “afectados”, tanto por parte de las universidades como de AQU Catalunya, no tiene nada que ver.

Ahora bien, me centraré en dónde estamos a día de hoy. Actualmente, tenemos muy pocos centros solicitando la acreditación institucional, pero muchos títulos llegan a su segunda acreditación (sobre todo, los másteres). Ya fueron acreditados por la agencia catalana hace cuatro años, y ahora tienen que volver a serlo. Nos obliga a ello el citado Real Decreto, que no nos permite hacer ninguna excepción: tanto da si el título quedó condicionado como si fue calificado “en progreso de excelencia”. Todos tienen que volver a ser acreditados al cabo de cuatro años. Es obvia, teniendo presente que el tiempo siempre pasa muy rápido, la perplejidad de algunos responsables −“¿ya volvéis a estar aquí?”, nos dicen−, en especial de aquellos con un máster que había sido valorado de forma muy satisfactoria.

Es en este marco, y siempre cumpliendo con los estándares europeos (ESG), que la Comisión de Evaluación Institucional y de Programas (CAIP) ha aprobado un documento para dar respuesta a esa inquietud. Puede resumirse de un modo muy sencillo: para aquellos títulos que no estaban “en condiciones”, la reacreditación (así denominaremos a la segunda acreditación) deberá centrarse fundamentalmente en los aspectos más relevantes de cada título. ¿Cuáles son estos aspectos? Pues fundamentalmente tres: el plan de mejora, el profesorado y los resultados de la titulación.

En cuanto al plan de mejora, el panel de expertos que visitan el título deberá centrarse en hasta qué punto se han implementado las propuestas que surgieron de la anterior visita cuatro años antes, cuáles se han podido llevar a cabo y cuáles no, qué cambios no habían sido previstos y cuáles son los retos de futuro. Es decir, cuál es el nuevo plan de mejora que todo sistema de gestión de la calidad debe tener.

Por lo que se refiere al profesorado, obviamente piedra angular de todas las titulaciones, lo que habrá que analizar es la adecuación y capacidad del mismo con respecto a la titulación ofrecida y al número de estudiantes matriculados. Teniendo presente que la anterior acreditación se realizó en 2014, y debido a los continuos adelantos en el despliegue de profesorado en todo el SUC, es bastante probable que la mayoría de los programas hayan mejorado en este aspecto. Pero es tarea del panel de expertos acreditarlo.

Y, por último, habrá que analizar los resultados de la titulación. Básicamente se trata de responder a la siguiente pregunta: ¿los estudiantes aprenden lo que se establece que tienen que aprender? En ese sentido, el proceso de evaluación deberá focalizarse más en los resultados obtenidos en distintas asignaturas, a modo de “cata”, las prácticas y el proyecto de fin de máster. Habrá que ver si aquellas competencias que en su día se definieron son realmente alcanzadas por los estudiantes a través de las metodologías docentes más pertinentes.

Esperamos que este nuevo enfoque, que −repito− no puede obviar las directrices que los ESG marcan a las agencias de evaluación, pueda permitir una mejor evaluación de las titulaciones, con una clara focalización en aquello más relevante y que más interesa a nuestros estudiantes y a la sociedad en general.

Ahora bien, no puedo dejar de decir que lo que todavía esperamos con más interés es el despliegue total de una acreditación institucional “inteligente”, que permita centrarse directamente en los centros docentes y en aquellos aspectos o titulaciones concretas de mayor riesgo, evitando así una acreditación continua de todos los títulos del SUC, independientemente de sus características y de los resultados de las evaluaciones previas.

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