En el marco de la Red Española de Agencias de Calidad Universitaria (REACU), hemos pasado un curso 2021/2022 intenso en cuanto al trabajo de despliegue de protocolos, directrices y orientaciones. Se han elaborado muchos documentos, especialmente de temas relacionados con grados, másteres y doctorados: desde los procesos básicos de verificación, seguimiento, modificación y acreditación hasta elementos adicionales derivados de lo dispuesto en el Real Decreto 822/2021, como, por ejemplo, los programas académicos de recorrido sucesivo en ingeniería y arquitectura (PARS), las menciones duales o las estructuras curriculares y específicas de innovación docente.
Las agencias de calidad hemos llevado a cabo este trabajo de la mejor manera posible, pero lo fundamental para que el Real Decreto 822/2021 sea realmente operativo no se ha hecho. Estamos en octubre de 2022 y la aplicación informática Verifica sigue sin estar adaptada, cuando ya ha pasado más de un año desde la publicación de dicho real decreto. Las universidades, que deben hacer un esfuerzo muy importante de preparación de memorias con el nuevo enfoque de resultados de aprendizaje, no entienden el porqué del retraso. Ellas hacen el trabajo que se les pide y después deben introducir las propuestas «nuevas» en una aplicación informática antigua no adaptada, lo que no tiene mucho sentido. Es ineficiente y complicado. Lo es para las universidades, como también lo es para las agencias realizar el trabajo de evaluación en estas condiciones. Cabe esperar que la aplicación informática funcione realmente bien cuando se implante.
A esta situación se añaden una serie de temas que empiezan a despuntar en el mundo de la calidad universitaria de forma irreversible y que requerirán mucha atención y dedicación durante este curso académico 2022/2023. Mencionaré algunos de ellos: la acreditación de las escuelas de doctorado, asuntos relacionados con la acreditación de centros que se dedican a la formación permanente en el sistema universitario, el despliegue de las microcredenciales y la mejora de las guías de evaluación docente. El camino es irreversible y debemos recorrerlo de manera gradual y progresiva. En el mundo de la calidad no hay atajos.
Y una tercera cuestión. Todo lo que la previsible aprobación de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) nos puede traer de nuevo y que, para acabar de complicar el panorama, se desplegará por real decreto puede superponerse a los dos temas que he mencionado: el despliegue del Real Decreto 822/2021 y las cuestiones que son clave en el futuro inmediato.
Ante la previsible combinación de los efectos de estos tres grandes temas, creo sinceramente que es necesario trabajar colectivamente (agencias, Administración y universidades) para hacer frente a las dificultades que se presenten a fin de que el camino sea más llano.
Como decía el título de otro de los libros de Sempé: Rien n’est simple. Nada es sencillo, ciertamente, pero siempre podemos hacerlo más fácil.