La primera constatación fue el extraordinario compromiso de la gente de la Agencia con la que he trabajado, de los miembros y asesores de la CAR y de sus comisiones específicas con el objetivo compartido de ser útiles para el sistema universitario de Cataluña y para las personas que forman parte de él. Las comisiones específicas son las que realmente desempeñan el trabajo de analizar si las muy numerosas solicitudes que reciben cumplen las condiciones que permiten otorgarles la acreditación de investigación que proceda. Me impresionó, desde el primer día, la actitud generalizada de servicio y responsabilidad de todos.
La tarea encomendada a AQU Catalunya por la legislación vigente, que ejecutan las comisiones específicas, es acreditar que las personas solicitantes satisfacen un umbral de calidad y experiencia que, entre otras funciones, les permita optar a concursos en el sistema universitario de Cataluña. Se evalúan trayectorias de personas en todos los ámbitos del conocimiento —razón por la que hay seis comisiones específicas asesoradas por decenas de expertos— y en etapas muy distintas de su carrera profesional: desde lectores que entran en el sistema hasta personas que se acreditan para optar a desarrollar tareas de liderazgo científico consolidado. Nunca nos hemos cansado de repetir que las acreditaciones no sustituyen en ningún caso los procesos de evaluación propiamente dicha que desarrollan las universidades y que son los que deben identificar a la persona más idónea en cada caso.
En este contexto, entre los avances que hemos logrado con los compañeros y compañeras de la CAR durante estos años, destaco la firme consolidación del principio que establece, como en tantas otras cosas de la vida, que, en la evaluación de los méritos de investigación, «la calidad y la relevancia de las actividades deben prevalecer siempre sobre la cantidad». En paralelo, hemos constatado con alegría que este espíritu de actuación ha estado fuertemente reforzado por varias iniciativas internacionales como la San Francisco Declaration of Research Assessment (DORA), el Leiden Manifesto o la Coalition for Advancing Research Assessment (CoARA), así como de los sistemas de evaluación TRIPLE, liderados por la Universidad de Utrecht entre otras instituciones, que seguro serán fuentes de inspiración de los nuevos sistemas de evaluación de la investigación previstos en la Ley de la Ciencia de Cataluña, aprobada recientemente.
Asimismo, durante estos años hemos establecido distintas estrategias dirigidas a apoyar a colectivos que, por varias razones, todavía llevan a cabo sus actividades en nuestro país en condiciones menos desarrolladas que las disponibles en disciplinas con mayor tradición de investigación. Un ejemplo de ello es el establecimiento del concepto ámbito singular, que ha permitido valorar adecuadamente y activar a profesionales en ámbitos tan valiosos como el de la enfermería, entre otros. También destaco con orgullo el firme posicionamiento de todos los miembros de la CAR a la hora de impulsar y apoyar políticas de género y de igualdad de oportunidades en general. Por sí misma, la CAR tiene una capacidad limitada para incidir en estos asuntos, pero hemos invertido no pocos esfuerzos en agotar el margen disponible y en sumarnos a propuestas de otras entidades que disponen de herramientas de mayor impacto.
En resumen, ha sido un honor inmenso formar parte del equipo de AQU Catalunya y descubrir a extraordinarios profesionales y personas generosas, gracias a los que hemos servido en lo que hemos podido a los profesionales del sistema universitario catalán. Además, constato que tomé el testigo de un gigante y que lo paso a otro, ahora, mujer. ¡Mejor relevo imposible!