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Marzo 2010

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OPINIÓN

Valoración de las humanidades

Joan Solà Cortassa - Profesor, Departamento de Filología Catalana, Universitat de Barcelona

Artículo publicado en el suplemento Cultura del periódico AVUI el día 4 de febrero de 2010

Quienes nos hemos pasado la vida entre profesores e investigadores sabemos lo difícil que es valorar el trabajo de cada uno, sobre todo cuando hay más de uno para una sola plaza. La decisión no siempre es lo suficientemente clara o fundamentada, pero también implica mucho tiempo. Se necesitan grandes cantidades de personas dedicadas a este trabajo y, al mismo tiempo, criterios bien establecidos para evitar la arbitrariedad. En las ciencias denominadas duras o puras o exactas los criterios acostumbran a ser indirectos y cuantitativos: indirectos quiere decir que el evaluador no ve directamente la producción exhibida por la persona que debe ser evaluada y que se sirve de indicios, los más importantes de los cuales son el lugar donde se realiza la publicación (revista local o internacional, etc.), la lengua en la que se expresa (hoy el inglés es el rey casi absoluto) y el impacto causado en el círculo de los entendidos; y cuantitativos quiere decir fundamentalmente si una publicación es citada tres veces o veinte o ninguna. Pero las humanidades (geografía, historia del arte, filosofía, filología con traducción) y las ciencias sociales (educación, ciencias políticas, economía y empresa, sociología, psicología, derecho, biblioteconomía, comunicación) han ido hasta ahora un buen trecho a remolque de las primeras, lo que les ha creado unos crecientes perjuicios y malestar.

Por eso la semana pasada AQU Catalunya (Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya) patrocinó unas jornadas sobre la evaluación de la investigación en humanidades y ciencias sociales, en las que se inscribieron alrededor de cuatrocientos profesionales. No citaré nombres de ponentes y conferenciantes, porque no haría nada más. Los actos estuvieron objetivamente bien preparados y se obtuvieron claras conclusiones. Los organizadores dijeron que la voluntad era de "cambiar lo que haga falta" y de defender estas áreas del conocimiento como estrictamente esenciales en la vida actual de la humanidad.

Partiendo de los criterios de las ciencias puras, he aquí los principales problemas detectados en estos otros campos. Por un lado, si aquellas ciencias (la matemática, la física, buena parte de la medicina, etc.) son universales (hablan de ellas de modo parecido un japonés y un francés), estas otras (tales como las literaturas catalana, gallega, vasca) están más o del todo condicionadas a un espacio concreto; y, por otro lado, eso mismo compromete a estas segundas con una lengua concreta que no tiene el poder del inglés: ¿cómo debe publicarse sino en catalán y dónde debe publicarse sino en el Anuari Verdaguer, revista "local", un buen artículo sobre Verdaguer? Todavía existe otro inconveniente: en ciencias puras se valora principalmente el artículo de revista, y se considera de poco o ningún valor un manual, una monografía; en cambio, en nuestras disciplinas, el libro tiene un valor y una repercusión muy diferentes: pensemos sólo, en lingüística, en la repercusión de Cours de Saussure (1916), de Syntactic structures de Chomsky (1957) o, en nuestra parcela, del Diccionari de los verbos de Ginebra y Montserrat.

Conclusiones: a) Hacen falta criterios claros de evaluación. b) El libro es pieza básica. c) Necesitamos un procedimiento mixto, indirecto pero también directo: que el evaluador se encare personalmente con las publicaciones. d) Que la evaluación no llegue a condicionar del todo la tarea y libertad de los investigadores (parece que podríamos deslizarnos hacia aquí). e) La investigación tiene en estos campos un valor científico pero también social (compromiso con el ambiente). f) Ninguna discriminación por cuestión de lengua o tema (existen, por ejemplo, sistemas jurídicos propios de una comunidad). g) El establecimiento de un catálogo de revistas y editoriales fiables es uno de los grandes temas pendientes. Y AQU Catalunya dice que no les corresponde a ellos solucionarlo.

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