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Noviembre 2014

OPINIÓN

Balance de la actividad de la CLiC tras once años

Maria Lluïsa Hernanz Carbó - Presidenta de la Comisión de Profesorado Lector y Profesorado Colaborador de AQU Catalunya de 2005 a 2014

La Comisión de Profesorado Lector y Profesorado Colaborador (CLiC) se constituyó el 26 de marzo de 2003 en cumplimiento del artículo 145 de la Ley 1/2003, de 19 de febrero, de Universidades de Cataluña. Desde su creación, la CLiC, de forma paralela a la Comisión de Evaluación de la Investigación (CAR), ha incidido notablemente en los procesos de evaluación del profesorado universitario de Cataluña. La CLiC estuvo inicialmente presidida por la profesora Teresa García Milà, que fue la encargada de ponerla en marcha y de afrontar, junto con los miembros que entonces la integraban, las innumerables dificultades –materiales y no sólo materiales– que inevitablemente tenían que surgir como consecuencia de la irrupción en el mapa universitario catalán de un organismo inédito, cuyas funciones evaluadoras –como ocurría en el caso de la CAR– quedaban fuera del ámbito de las universidades. Cuando en julio de 2005 me hice cargo de la CLiC, esta compleja etapa estaba superada y la Comisión, en buena medida, consolidada.

La CLIC tiene seis comisiones de evaluación:

  • Comisión específica del ámbito de Humanidades
  • Comisión específica del ámbito de Ciencias Sociales
  • Comisión específica del ámbito de Ciencias
  • Comisión específica del ámbito de Ciencias de la Vida
  • Comisión específica del ámbito de Ciencias Médicas y de la Salud
  • Comisión específica del ámbito de Ingeniería y Arquitectura

Cada una de estas comisiones específicas tiene un presidente o presidenta que organiza el trabajo de los miembros que la integran, establece y contrasta con su equipo los criterios de evaluación específicos de su ámbito y se responsabiliza de los resultados globales derivados de su labor evaluadora. Todos los presidentes de las comisiones específicas forman parte del plenario de la CLiC, en el que, además de tratar temas de carácter general, se debate y valora de forma conjunta el trabajo llevado a cabo por cada una de las mencionadas comisiones. El plenario de la CLiC está compuesto por ocho personas: el presidente o presidenta, dos miembros designados –como el cargo de presidente– por el titular del departamento competente en materia de universidades, y cinco miembros designados por el Consejo de Dirección de AQU Catalunya a propuesta del presidente o presidenta de la Comisión.

Desde el año 2003 hasta finales de 2013, se han realizado 19 convocatorias de profesorado colaborador, con un total de 4.432 candidatos presentados (hasta 2012, año en el que se extinguió la figura) y 24 convocatorias de profesorado lector, con un total de 6.444 candidatos presentados. Esto ha representado, sobre todo durante los primeros años de vida de la CLiC, un volumen de trabajo ciertamente importante, tanto desde la perspectiva de la gestión del proceso como en el ámbito propiamente académico. Ese esfuerzo ha irradiado más allá de las fronteras de la Comisión: en concreto, ha implicado a un total de 262 expertos, 197 de los cuales proceden del sistema universitario catalán.

Con la perspectiva que nos proporcionan los más de diez años de funcionamiento de la CLiC, no parece disparatado afirmar que la labor desarrollada durante este tiempo ha contribuido de modo eficaz a establecer vínculos de cooperación y sinergias entre los distintos ámbitos científicos que convergen en la Comisión. Y eso ha sido así porque el principio que ha regido su funcionamiento ha sido la voluntad de sus miembros de trabajar juntos y no de forma “confederada”. Había que velar para mantener un equilibrio entre el establecimiento de los méritos específicos de los distintos ámbitos disciplinarios y la formulación de criterios generales que contribuyeran a definir un perfil estandarizado de la persona candidata a profesor lector. Había también que tener claro que la función de la CLiC es trabajar como una comisión de “mínimos” –independientemente de que estos mínimos puedan situarse en un punto alto de la escala–, dando por sentado que son las universidades las responsables últimas de la selección de su profesorado.

El carácter interdisciplinario de la CLiC ha representado una oportunidad única para generar un espacio abierto y plural de reflexión que ha favorecido el intercambio de puntos de vista, el contraste de sensibilidades no necesariamente uniformes ante los problemas, la posibilidad, en definitiva, de compartir buenas prácticas y aprender unos de otros a hacerlo mejor. De esos debates se han derivado aportaciones valiosas que afectan a las distintas dimensiones –experiencia investigadora, formación académica y actividad docente– que se tienen en cuenta en la evaluación. Se han dedicado asimismo importantes esfuerzos para definir de manera precisa los estándares de calidad mínimos –particularmente en el ámbito de la investigación– exigibles a las personas candidatas, así como para garantizar la transparencia en la difusión de los mencionados estándares y la equidad a la hora de aplicarlos. Esta lista, necesariamente incompleta, no puede concluirse sin mencionar las energías que los miembros de la CLiC han dedicado a conseguir de sus respectivas comisiones sustanciales mejoras en la redacción de las motivaciones de los informes desfavorables.

Vale la pena, por último, destacar que la labor llevada a cabo por la CLiC ha ido más allá del trabajo material de evaluación. Es obvio que una comisión evaluadora enmarcada en el seno de una agencia de calidad como AQU Catalunya no podía desatender la dimensión de los estudios y el análisis de datos relevantes sobre la evaluación del profesorado. Desde su creación, y con la inestimable colaboración de la estructura administrativa de AQU Catalunya, se han elaborado diversos trabajos en esa dirección. Uno de los más interesantes midió y comparó las trayectorias de las personas candidatas procedentes de los seis ámbitos objeto de evaluación en las sucesivas convocatorias de profesorado lector y colaborador desde el año 2003 hasta 2007.

En aquel trabajo las variables analizadas fueron el porcentaje de éxito, la edad de obtención del informe favorable y la tasa de recursos. Mucho más recientemente, en mayo de 2014, se ha presentado un nuevo informe sobre el profesorado lector (2003-2013), en el que se incide sobre la misma temática. Vale la pena hacer referencia también a un trabajo de principios de 2014 sobre el perfil de los méritos de los candidatos a profesorado lector: a pesar de que se trata de un análisis de alcance parcial, aporta datos muy significativos de carácter comparativo sobre la productividad y la calidad científica de la investigación llevada a cabo por los candidatos de los distintos ámbitos que han obtenido una evaluación favorable en 2013. Por último, hay que hacer referencia al proyecto en marcha para realizar un balance de la evolución del perfil de los candidatos a profesorado lector con informe favorable a lo largo del período 2003-2013.

Pensamos que esta mirada retrospectiva nos permite afirmar que la CLiC, gracias a los esfuerzos y la implicación de muchos agentes, ha contribuido en alguna medida a la mejora de los procesos de evaluación del profesorado en Cataluña. Queda ciertamente camino por recorrer. Y seguro que siempre existe un importante margen para corregir errores y emprender nuevas mejoras. Pero la vida, por suerte, continúa.

Más allá de estas consideraciones, a mí no me queda más que agradecer al equipo de personas internas y externas a AQU Catalunya que han velado por el funcionamiento de la CLiC su confianza y su valioso apoyo durante todos estos años. Ha sido un privilegio disfrutar de la oportunidad de compartir esta experiencia con ellas.

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