Publicación trimestral de AQU Catalunya

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Abril 2020

La pandemia que estamos viviendo está repercutiendo en todo tipo de actividades, y la universidad no es una excepción. Lo que sí es novedad es el reto de cómo las universidades pueden asegurar que todos los estudiantes alcanzan los mismos resultados de aprendizaje que obtendrían en una situación de normalidad. Fácil de anunciar y difícil de implementar. Imposible si no se intenta.

En Cataluña, las once universidades presenciales, y desde luego la UOC, están preparadas para trabajar desde casa. Tanto el profesorado como el personal de administración y servicios disponen, en general, de la tecnología para realizar sus tareas fuera de su puesto de trabajo. Pero, ¿cómo puede impactar el trabajo a distancia en la docencia? ¿Qué es lo que preocupa a los más de 200.000 estudiantes universitarios que tenemos en Cataluña?

En primer lugar, hay que diferenciar entre todo aquello que se puede transmitir en un aula estándar y lo que forzosamente tiene que realizarse en otros entornos de aprendizaje. Podemos asumir que todo aquello que puede aprenderse en un aula presencial puede implementarse en otra virtual, a pesar de que esto requiera tecnologías adecuadas y un esfuerzo adicional por parte del profesorado y del alumnado.

Pero, ¿qué sucede con las prácticas en los laboratorios, las salidas de campo o las presentaciones? Las universidades han implementado herramientas docentes que permiten dar respuesta a ello: aulas virtuales, videoconferencias, laboratorios virtuales o soluciones para gestionar la presentación de proyectos de fin de grado de forma que sean totalmente públicos. Ahora bien, siguen existiendo retos más difíciles de resolver, como las prácticas externas, donde serán necesarias soluciones consensuadas entre todas las partes implicadas, como por ejemplo modificar los calendarios académicos, aplazarlas a próximos cursos, realizarlas por teletrabajo donde sea posible, etc.

Seguro que se encuentran soluciones para aquellos alumnos que no finalizan los estudios en este curso. Pero, ¿qué ocurre con aquellos que los finalizan en este próximo mes de junio y, a continuación, pensaban iniciar otra etapa de su vida? ¿Y con aquel colectivo con difícil acceso a las tecnologías? Sin duda, dentro de todo el sistema universitario, estos últimos podrían ser el colectivo más directamente afectado, para el cual habrá que encontrar soluciones más a la medida.
Las universidades están articulando mecanismos para asegurar que aquellos estudiantes que, en una situación normal, hubieran acabado en este curso tengan la posibilidad de hacerlo, asegurando que obtienen las competencias establecidas en la titulación. Hay que tener en cuenta que las competencias no se alcanzan en los dos últimos meses de curso, sino que son el resultado de un trabajo de cuatro años en los grados.

Las agencias de calidad universitaria tenemos la responsabilidad de velar para que las universidades aseguren las competencias de las personas tituladas a las que forman. Esta es la demanda de la sociedad, y así lo seguiremos haciendo en todas las circunstancias, teniendo en cuenta la situación que nos toca vivir.